jueves, 19 de febrero de 2009

Un instante antes de levantar vuelo

Un instante antes de levantar vuelo

Me hiciste señales que debí entender
Como aquel gesto nuevo de arreglarte el pelo
Miraste como quien mira llover
Un instante antes de levantar vuelo

Volviste a tu cauce de estrella fugaz
Con tu punto de fuga en el cielo
Creo que ya estabas flotando quizás
Un instante antes de levantar vuelo

Ya te mojabas en otro deshielo
Un instante antes de levantar vuelo

Ni todas las líneas del Ecuador
Ni el temor y sus muchos anzuelos
Todo argumento perdía valor
Un instante antes de levantar vuelo

El río cambia y cambia la sed
Lo habías leído en tu anhelo
Estaba ya escrito mucho antes de
El instante antes de levantar vuelo

Ya me mirabas desde otro cielo
Un instante antes de levantar vuelo

Jorge Drexler



La clínica actual impone infinidad de desafíos. Cada día nos encontramos con sujetos tomados por el exceso y eso da que hablar porque molesta y hace ruido. Pero hay otros sujetos que, calladamente, siendo funcionales al sistema imperante, están en igual o peor riesgo.
En la pubertad, el sujeto se enfrenta con la posibilidad efectiva de realizar el acto sexual.
“Simultáneamente al vencimiento de las fantasías incestuosas tiene lugar una de las reacciones psíquicas más importantes y dolorosas de la pubertad, la liberación del individuo de la autoridad de los padres…”
[1]
El sujeto procede a su parto. Pero, que pasa si allí se detiene? ¿Qué pasa cuando el dolor es tan fuerte que implica el cierre del inconsciente, un rechazo a la división subjetiva y su indeterminación?
La melancolización da cuenta del rechazo por la palabra, de una petrificación del sujeto, ¿de una inhibición?
Se rehúsa a todo movimiento que le permita posicionarse como otra cosa que carne sufriente.
La posición melancolica puede leerse como cierta identificación con la nada, si no se es nada, nada puede hacerse.
La pérdida hace vacilar al deseo, porque presentifica al objeto faltante en tanto lo pérdido se le aparece al sujeto como el objeto que se deseaba, objeto faltante por estructura. Se trata de una fijación al objeto, que ha diferencia con la posición neurotica, le impide al sujeto gozar con la pérdida.
“La melancolía se caracteriza psíquicamente por un estado de animo profundamente doloroso, una cesación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de todas las funciones y la pérdida del amor propio”
“Pero la inhibición melancólica nos produce una impresión enigmática, pues no podemos averiguar que es lo que absorbe tan por completo al enfermo”
[2]
La posición melancólica conlleva una inhibición, pero no toda inhibición es una melancolía.
El yo se magnifica provocando una inhibición, un cierre del inconsciente y del camino del sujeto hacia su goce Otro. Algo se detiene, queda capturado. El narcisimo es una construcción que, entre otras cosas, esta en relación a la Demanda del Otro, el sujeto es lo que resulta de la separación de esta Demanda.
Hay un paso que el sujeto no puede dar, el paso que lo llevaría a hacerse cargo de su propio goce. Dar ese paso implicaría finalmente dejar ese lugar de objeto para el Otro.
“Cuando el yo se encuentra absorbido por una labor psíquica de particular gravedad, tal como el duelo…se empobrece tanto la energía de que puede disponer que se ve obligado a restringir sus gastos en muchos lugares, semejante a un especulador que tiene inmovilizado su dinero en sus empresas…A nuestro juicio, debe de tener aquí su punto inicial un camino que habrá de conducirnos a la compresión general característica de los estados graves de depresión y sobretodo de la melancolía, el más grave de tales estados…”
[3]
Entonces, aparece la inhibición como detención, como suspensión del acto, como evitación de la angustia, aliada del yo, al servicio del Principio de Placer. Sostiene al Otro hasta las últimas consecuencias, a riesgo de sacrificar su propio goce.
La posición de la inhibición expresa una imposibilidad de estructura, lo imposible es sostener al Otro, la pulsión insiste, orada y el sujeto no puede leer lo que le pasa.
Aquí Lacan hace un paralelo entre la inhibición y el término impedicare, que significa atrapado en la trampa. “ La trampa, es la captura narcisista…el impedimento sobrevenido esta ligado a ese circulo que hace que por el mismo movimiento con el cual el sujeto avanza hacia el goce, es decir, hacia lo que esta más lejos de él, encuentra esa fractura intima, tan próxima. ¿Por qué? Por haberse dejado tomar en el camino por su propia imagen, por la imagen especular. Es esto la trampa.”
[4]
Se habla todo el tiempo del exceso pulsional de los adolescentes, también debería hablarse de las profundas inhibiciones que se generan en un tiempo donde el narcisismo comanda.
Frente a estas presentaciones, donde se encuentra un rechazo por la palabra, una negativa a dar lugar a un tiempo para comprender, ¿Qué lugar para el analista? ¿Darle consistencia a la imagen, discutiendo la pertinencia o intentar hacer hablar ese agujero que conlleva el encuentro con lo Real? Si la inhibición es llenar de sentido el vacío, el camino del análisis es vaciarlo, implicar al sujeto en su decir, asistir a su parto, poner de relieve esas marcas del sujeto del inconsciente que la inhibición borra, en lucha con una posición tan pregnante como la melancólica, que deja al sujeto en un lugar de dolor donde se nos hace difícil alcanzarlo. Y frente a esto, más preguntas. ¿El yo se esfuerza por no perder lo que esta perdido por estructura? ¿Si la función paterna es la de operador del corte, el padre es demasiado débil para soportar el asesinato del cual su hijo es autor?
“El padre original es aquel a quién los hijos han matado, tras lo cual cierto orden resulta del amor por este padre muerto”
[5]
El papel de la madre es el deseo de la madre. No es indiferente, no puede soportarse tal cual, produce estragos. Estar dentro de la boca del cocodrilo, eso es el deseo de la madre. El falo simbólico es el palo que protege de que la boca se cierre.
Es el padre quién es reconocido como merecedor del amor. El goce de objeto supremo identificado con la madre, la prohibición de este goce como goce primero se identifica a partir de la muerte del padre.
“El asesinato del padre es la condición del goce”
[6]
En el mito freudiano, el padre de la horda es quién puede gozar de todas las mujeres, y solo con su muerte, se tiene acceso a ese goce. Si abstraemos el relato del mito, hallaremos que en términos lógicos el padre se encuentra en un lugar de excepción, de ese modo, Lacan lo ubica como un término que origina la cadena, pero no entra en la serie con los demás. Es un término distinto a los otros, pero que a su vez, posibilita el goce, goce del síntoma, plus de gozar, goce Otro. Un término debe ser sustraido para generar el deslizamiento por el que aparece el sujeto, es necesaria la muerte del padre como condicion para gozar, condición lógica necesaria. Se trata de un efecto de lenguaje, no tiene otro termino que comparta sus caracteristicas, en ese punto, no tiene otro Real, ya que es un significante que como significante se emplaza en lo simbolico, pero a su vez, tiene del significante su cara más real, más vaciada de sentido.
“Basta con leer Tótem y tabú simplemente con los ojos bien abiertos, para advertir que si no es lo que yo les digo, o sea un mito, es absolutamente absurdo. Tótem y tabú sirve para decirnos que, para que subsista algún padre, el verdadero padre, el unico, ha de haber estado antes en la historia y ha de ser el padre muerto. Más aún- ha de ser el padre asesinado. Y en realidad, ¿como pensarlo siquiera, salvo en su valor mitico? Pues que yo sepa, el padre en cuestión, no lo concibe Freud, ni nadie, como un ser inmortal ¿Por que han tenido sus hijos que adelantar su muerte de algún modo?Y esto, ¿para qué?Para, al fin y al cabo, prohibirse ellos mismos lo que se trataba de arrebatarles. Lo mataron solo para demostrar que es imposible matarlo”
[7]
La sucesión hereditaria procede de la castración. Si la castración golpea al hijo, lo hace acceder a la función del padre. Es de padre a hijo como se transmite la castración. “El padre real es el agente de la castración”[8]. Es un efecto de lenguaje y no tiene otro Real. La castración es una operación Simbolico- Real ( muerde lo Real) introducida por la incidencia del significante en la relación del sexo.
Entonces, con un padre que no cede sus emblemas, un hijo que se esconde en su “estupidez” para no superarlo. La inhibición intenta afianzar en el Otro la garantía del sentido, desaparecer la falta. El sujeto agarrado en la trampa, queda atrapado en el limbo de una infancia eterna, resigna el acceso a su propio goce.
No se hace cargo de lo que perdió ni de lo que lo retiene, se excusa en ser “demasiado estúpido” para afrontarlo dejandolo un instante antes de levantar vuelo.




[1] Freud, S., “Metamorfosis de la pubertad”. En Obras Completas, Biblioteca Nueva, Madrid, 2003, T. II.
[2] Freud, S., “Duelo y Melancolía”. En Obras Completas, op. Cit, T. II
[3] Freud, S., “Inhibición, Síntoma y Angustia”. En Obras Completas, op. Cit., T. III
[4] Lacan, J., El Seminario. Libro 10: “La Angustia”, Paidós, Buenos Aires, 2006, Clase del 14/11/1962
[5] Lacan, J., El Seminario. Libro 17: “El Reverso del Psicoanálisis”, Paidós, Buenos Aires, 2008, “Más allá del Complejo de Edipo”. IV: El amo castrado
[6] Lacan, J., El Seminario. Libro 17: “El Reverso del Psicoanálisis”, Paidós, Buenos Aires, 2008, “Más allá del Complejo de Edipo”. VIII: Del mito a la estructura
[7] Lacan, J., El Seminario. Libro 4
[8] Idem Supra.

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